Obra: Concierto
Género: Fenomenología rítmica sobre el gusto
“Enjoy 音楽は鳴り続ける
It’s join 届けたい 胸の鼓動
ココロオドル アンコール わかす
Dance Dance Dance (Ready go!)”
Haruki Murakami
“Concierto” consiguió algo que ninguna otra obra antes me había producido: que la viera por tercera vez de puro placer. Nuestro primer encuentro fue hace ya casi año y medio, oculta en un galpón en un barrio residencial-industrial. El flechazo fue instantáneo y de pura efervescencia escribí algo al respecto, pero su incatalogación inherente y mi inocencia intelectual me atascó a atarla a la danza contemporánea; lo que no es exactamente errado pero tampoco es completamente correcto. Hace mucho tiempo alguien omitible me esputó que no podía definir algo por lo que no era. Sigo en desacuerdo con esa noción y “Concierto” es el tipo de obra que confirma mi posición. Porque después de determinar que ninguna categoría encajona a este buffet artístico (que entreteje armónicamente retazos de teatro, danza, música y diseño) pues la palabra más cercana para describirla es “jolgorio”.
Ante el suceso de la repetición de la observación escénica, mi editor se lanzó una de esas frases para el bronce: “los críticos no amamos, sólo admiramos la belleza”. Este aforismo sumado a la insatisfacción interna por mi ya añejo artículo anterior, me impulsa para comenzar da capo y complementar mis impresiones sobre este territorio exótico. Para honrar al origen musical del título, va dividida en tres movimientos.
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1er movimiento:
Obertura – Theremin stornello – Pas de deux à bascule – Cadenza alla giamaicana
Después del telonero musical diario que se encarga de precalentar los motores, van surgiendo en escena el Conductor y sus intérpretes-instrumentos, a lo cuales va calibrando corporalmente uno por uno previo a la partida partitural. Luego viene un tríptico móvil moderato: Primero una improvisación individual a partir de la interpretación interactiva de un theremin, para pasar a un dúo que congrega un juego de fuerzas físicas, equilibrándose mutuamente mientras sus respiros reverberan retumbantes. Esta estabilidad es interrumpida por una alborotadora beatboxer,con quien por fin aparece el lenguaje, que estaba escondido hasta ahora, subiendo el tono hasta explotar en un sonoro y autóctono “¡Negra Curiche!”. Apagón.
2do movimiento:
Trío coral assai soulful – Presto alla moshpit
El lenguaje se apodera de este segmento, pero sólo para seguir jugando esquivamente: Las tres coristas lentejueladas que aparecen estáticas sólo pueden cantar si alguien las toca directamente y más encima su repertorio se compone exclusivamente de singles clásicos del Soul y el R&B. Así son activadas y manipuladas al inicio cándidamente pero de a poco les van rozando otras zonas, subiendo la temperatura. Esta suavidad y sensualidad es quebrantada por una rockera plastificada que trastorna absurdamente el ambiente, empujando a las showgirls como si fuesen sus juguetes personales, las que persisten en cantar mientras les hace montoncito. Este protagonismo voluntarioso continuará en un energizante recital punketa, donde la rockera descarga su ira voceando su one-hit-wonder “Joteo Barsa” en contra de un ex-novio sabelotodo y snob. Chuchadas y vestidos salen volando en medio de un aluvión de histeria colectiva.
3er movimiento:
Cour d’amours jadeante – Arrullo scherzando misterioso – Tutti finale femuroso
Tras el caos retorna la calma, con una pareja practicando pases de distintos bailes mientras suspiran con atracción gravitacional mutua. Los espantacucos vigilantes que los rodean se van encendiendo, las luces se desvanecen y las últimas palabras inteligibles que se pronunciarán se despiden a capella, entonando una melodía de carácter nostálgico y espeluzante, como canción de cuna inglesa. Capa a capa los sonidos restantes se retiran en orden: las voces corean un estribillo onomatopéyico, las palmadas y los pasos marcan un ritmo contagioso hasta que todo se silencia en un sutil campanilleo final.
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Antes de ver Concierto esta tercera vez, estaba preocupado porque no había alcanzado a comer algo antes de la función y no quería que el hambre (que es bastante preciso en sus horarios) me arruinara la velada. Curiosamente mi estimulación estética pareciera estar conectada a mi sistema digestivo (Por eso mismo mi crítico mercurial preferido es Ruperto de Nola). Así, una buena obra me dejará pochito con las tripas tibias mientras que un montaje desastroso me inducirá los mismos efectos que haber consumido un yogurt vencido. Al final esa preocupación fue disuelta porque a la mitad ya estaba tan retorcido de risa que el intestino tenía más trenzas que trébol de carretera y la sensación de plenitud era expansiva y absoluta. Por ahora sólo deseo encontrarme, ojalá en algunos meses más, por cuarta vez con esta obra.
Evaluación: *Sírvase leer el post-data
Recomendado para: Todos los niños de los dioses que danzan en la costa.
Funciones: Martes y miércoles a las 20:00 horas, hasta el 30 de abril en Centro Cultural Gabriela Mistral (Av.Libertador Bernardo O’Higgins 227, Santiago Centro, Metro Universidad Católica). Entrada general $5.000. Estudiantes y Tercera edad $3.000
Ficha Artística
Compañía: Ruidotodavia.
Dirección: Ana Luz Ormazabal.
Elenco: Diana Carvajal, Camila Rojas, Diego Nawrath, Jorge Carreño, Nicole Sazo, Camila Gonzalez, Francisca Riquelme, Juan Anania, Macarena Rozic
Diseño: ToRo
Producción: Daniela Orrego
Post Data:
4to movimiento:
Bonus track – Ese lugar donde el escritor se desbanda y el academicismo se desgozna (Saussure es mi copiloto)
“Concierto” es romper burbujas de plástico. “Concierto” es pintar fuera de las líneas con cualquier color que te guste. “Concierto” es sopaipilla callejera con mostaza. “Concierto” es escuchar por primera vez “Sgt. Pepper”. “Concierto” es salir a pasear durante una tormenta eléctrica. “Concierto” es ver un video hecho con Legos. “Concierto” es jugar con arañas pollito. “Concierto” es lanzarse en trineo por la nieve. “Concierto” es silbar el “Concierto para dos violines” de Bach en la calle. “Concierto” es la borrachera acompañada bajo un farol. “Concierto” es el horario de verano. “Concierto” es el pan con palta. O queso caliente. O manjar. O los tres juntos (No, esperen. Mala idea (aunque quizás no tanto)). “Concierto” es un dodecaedro de Poincaré. “Concierto” es demasiadas cosas y aún se me arranca.